Por: David Alberto Valerio Miranda
En
el contexto actual hay una clara separación entre el trabajo intelectual y el
físico, de hecho lo más en boga para encontrar un desarrollo individual de los
seres humanos se encamina hacia buscar realizarse en un trabajo más
intelectual, evitando todo tipo de desgaste físico, esa inclinación hacia el
trabajo intelectual es posible que sea ya añeja en la historia de la humanidad.
En
la cultura occidental, en la cual desde sus raíces en la antigua civilización
helena se puede encontrar un cierto antecedente hacia esta inclinación, esto si
consideramos que en la cultura griega, el trabajo manual o físico era denigrante,
por lo que las actividades contemplativas abstractas eran las ideales para
desarrollar individuos virtuosos, actividades que eran designadas a la pequeña
élite de los ciudadanos griegos, mostrando con esto un claro rechazo a la
trabajo físico-manual.
Así,
dando un gran salto en la historia de la humanidad, nos situamos hasta finales
de la Edad Media, donde con el Renacimiento y el nacimiento de la Modernidad,
el trabajo físico y manual se comienza a revalorizar, de ahí los avances en la
ciencia derivados del trabajo experimental, o el desarrollo artístico que se
vinculo directamente con el uso del cuerpo como herramienta, quizá el trabajo
manual se revalorizó, pero no todo sino también sólo el de sectores pequeños
como lo es el artístico y el científico, prueba de este arquetipo puede encontrase
en el pensamiento de Cervantes, plasmado en su obra máxima, El ingenioso hidalgo
don Quijote de la Mancha.
Esta
noción está clara en las palabras de Don quijote, específicamente en el
capítulo XVIII de la primera parte, en uno de los diálogos entre Sancho Panza y
su señor, el escudero refiere a que Don Quijote sería más bueno para los
discursos que para la caballería andante, a lo cual el famoso personaje
responde que los caballeros deben realizar ambas labores, así lo dice: “Nunca la lanza embotó la pluma, ni la pluma
la lanza” afirmando con esto que en el ideal de la caballería abarca tanto
trabajos físicos como intelectuales, pero, ¿qué hay detrás de esta afirmación?
Podría decirse que Cervantes intenta mostrar mediante el dialogo de sus
personajes un poco de su pensamiento, en el cual cabe quizá la idea de que
tanto el trabajo intelectual como el físico, no es más el uno que el otro, ni
uno más denígrate conforme al otro, sino más bien complementarios para un pleno
desarrollo humano. Trayendo esto al presente esta cuestión cabría reflexionar
si en la actualidad ¿existe tal división y diferencia hacia el trabajo? ¿Seguimos
denigrando el trabajo físico y sobrevalorando el intelectual, sin encontrar un
equilibrio aún? En fin, esto sólo como una de tantas reflexiones que siguen
vigentes y pueden encontrarse en la fascinante obra del clásico literato
español.
Columna publicada en el suplemento cultural La Gualdra:
http://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra-206
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@Valeriomirand
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