jueves, 16 de julio de 2015

Sancho Panza un gran gobernador

Por: Rebeca Mejía López

Si le dieran a elegir, estimado lector, entre la sabiduría y la inteligencia ¿cuál de las dos escogería? Cervantes me hizo reflexionar sobre esto en el la segunda parte de El Quijote, capítulo XLV cuando el gran Sancho Panza tomó posesión de su ínsula y del modo en que comenzó a gobernar. Nuevamente la influencia de la literatura clásica griega es perceptible al inicio de la narración, cuando Cervantes pide a Apolo lo alumbre en la narración del gobierno de Sancho.
Sancho Panza comienza su gobierno siguiendo al pie de la letra los consejos que don Quijote la proporcionó. Cuando le llaman don Sancho Panza, éste se ofende por la inclusión de don y advierte que “yo no tengo don, ni en todo mi linaje le ha habido: Sancho Panza me llaman a secas, y Sancho se llamó mi padre, y Sancho mi abuelo, y todos fueron Panzas, sin añadiduras”.
El gobernador Sancho no tarda en ejercer su papel resolviendo conflictos, el primero entre un sastre y un labrador, y el segundo, entre una mujer y un hombre vestido de ganadero rico. Éste último caso es por demás interesante porque muestra la gran sabiduría que Sancho encierra a pesar de ser un ignorante que no sabe ni siquiera leer o que nunca ha sido tan inteligente y culto como su amo.
La mujer exige justicia porque el ganadero la ha manoseado y abusado. Sancho, calla y pide al hombre que cuente su versión de la historia, él admite que estuvo con la mujer luego de terminar sus labores, le pagó su servicio y ésta disgustada por la cantidad lo había conducido hasta el juzgado. A su vez, la mujer replica diciendo que eso es imposible y que, el hombre se aprovechó de su debilidad. Sancho, obliga al labrador a pagar a lo mujer el resto del dinero que exige. Así, la mujer se va satisfecha.
Luego, Sancho le dice que vaya detrás de la mujer y que intente quitarle el dinero. Extrañado, el labrador hace lo que se le pide. Así, la mujer regresa exigiendo justicia nuevamente pues aquél hombre sinvergüenza ha querido quitarle su dinero pero ella con todas sus fuerzas se ha resistido. “¡Antes me dejara yo quitar la vida que me quitaran la bolsa!”. El labrador explica que así sucedió y que le fue imposible tocarla siquiera.
Sancho le pide a la mujer que le muestre su bolsa, la cual está llena de dinero y le dice: “Hermana mía, si el mismo aliento y valor que habeís mostrado para defender esta bolsa le mostrárades, y aún la mitad menos, para defender vuestro cuerpo, las fuerzas de Hércules no os hicieran nada”. Le pide que se vaya, no sin antes devolver el dinero al labrador so pena de recibir azotes.
Así, el hombre le terminó dando las gracias y los circunstantes quedaron admirados de nuevo de los juicios y sentencias de su sabio gobernador.

Columna publicada en el suplemento cultural La Gualdra:
http://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra-205

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