jueves, 19 de diciembre de 2013

Los libros malos que he leído y lo que me han dejado.

Derecho de lector: 
Tirar el libro por la ventana si éste no le satisface. 
J. Cortázar

Últimamente se habla mucho acerca de la importancia de leer. De cómo leer nos transforma de manera individual y que ello se refleja en nuestro entorno. Al parecer para muchos, o al menos esa propaganda se da, leer es la solución a nuestros problemas económicos, políticos y sociales en nuestro país y en el mundo. Por el momento, no quiero dar mi opinión respecto a ver a la lectura como la panacea a nuestros conflictos. Pero, si me gustaría hablar respecto al fetiche de la calidad. Un artículo Joe Queenan, crítico y reseñista del New York Times, me dejó pensando en aquello malo que leemos y que finalmente nos termina contribuyendo. 
Por otro lado, hace poco, en una librería de Durango escuché al dueño decir "los jóvenes están leyendo, y no están leyendo malos libros, y aunque lo hagan algunos regresan por otros, no se quedan satisfechos, van escalando". Esta realidad quizás sea sólo una minoría, pero lo cierto es que:

La mayoría de nosotros conoce personas que han convertido la calidad en un fetiche: que leen sólo libros buenos, ven sólo películas buenas, oyen sólo música buena, discuten sobre política sólo con gente buena, y que no se cohíben para hacértelo saber. Creen que eso las hace más listas y mejores que las demás, pero no es así. Eso las hace mezquinas y criticonas y tacañas, como si tomarse quince minutos para hojear El código Da Vinci fuera un crimen monstruoso, una ofensa que violara de manera flagrante las sagradas leyes del manejo intelectual del tiempo, suficiente para que los Guardianes de la Llama Culturalarrojen a las tinieblas a quienes así obran. En la opinión de estas personas el tiempo malgastado en leer un libro malo jamás se recupera. Por lo demás, actúan como si el resto de la humanidad estuviera pendiente de sus horarios.  (J. Queenan  ¿Por qué no lo peor?)
 Ahora bien, tampoco es mi intención seguir la corriente de:
El camp es una pose aquejada de duplicidad intelectual, derivada de la idea de que algo indiscutiblemente malo se puede transmutar en algo bueno gracias a la perspectiva perspicaz, “irónica”, del lector. En ningún momento pierdo de vista el hecho de que los libros malos son verdaderamente malos. (J. Queenan Ibidem.)
Sin dar más vueltas al asunto, hablaré desde mi experiencia. Comenzaré hablando de las sagas que ha sido duramente criticadas y que, a pesar de lo que se diga, pusieron a miles de niños y jóvenes a leer de nuevo. Mis experiencias con "libros malos" han sido muchas y muy variadas, pero hablaré de las más trascendentales. La primera tendría que ser la saga de la escritora británica J. K. Rowling Harry Potter. Sin entrar en materia de si la autora está influenciada por la literatura fantástica u otros relatos que le preceden (porque eso es caer en obviedades) diré que fue una saga que disfruté muchísimo, que releí numerosas veces y que la releería con gusto. Por aquellos años leí también las sagas de El señor de los anillos, J. R. R. Tolkien  y Las Crónicas de Narnia, C. S. Lewis. Consciente estoy de que muchos se ofenderían de verlas mencionadas en este artículo en que estamos hablando de "libros malos" pero, lo cierto es que ambas sagas funcionaron en la dinámica de venderse por millares e impulsar a la industria cinematográfica gringa. 
Otros libros que también influyeron enormemente en mi gusto por la historia fueron El Código Da Vinci y Ángeles y Demonios de Dawn Brown. Los leí cuando estaba en secundaria, no tenía las herramientas que obtuve en la licenciatura en historia que me hubiesen permitido diferencia los tiempos o los modos de narración, y concluir que la trama rayaba en lo inverosímil. Simplemente los libros cumplieron su objetivo, satisficieron al lector inexperto pero con ganas de leer.
Recuerdo cuando mi mamá me habló de unos libros que se estaban vendiendo como "pan caliente" entre jóvenes. La saga Crepúsculo de la estadounidense Stephenie Meyer, leer esta saga me dejó, entre otras cosas como conocer a la banda Muse que participó en el soundtrack de las taquilleras películas, conocer la literatura inglesa. Jane Austen, las hermanas Brönte y Virginia Woolf se asomaron en mi pobre horizonte de lectura. Fue magnífico. Además, conocer la narración de Meyer me permitió distinguir la dinámica de la literatura que vivimos ahora en el siglo XXI con un sistema económico capitalista que tiende a lo voraz, y que, por supuesto, no es nada tonto, analiza qué se consume, qué se piensa, qué se dice, qué quieren los jóvenes vivir o leer. 
La saga más reciente que he leído es la trilogía de Los juegos del hambre de la estadounidense Suzanne Collins. ¿Saga futurista o una apología a nuestro presente? Cualquiera que sea la interpretación del lector, de nuevo nos encontramos con una trilogía que funciona en la dinámica del ganar-ganar, exitosas películas con actores verdaderamente estupendos. Saga que no sólo es leída entre jóvenes sino también entre personas adultas, lo comprobé en el metro de San Juan de Letrán en el D.F. 

Ahora bien, ¿es realmente la lectura la solución a los problemas que aquejan a nuestra sociedad postmoderna que aun arrastra al siglo XX? Si es así, aun estamos en los primeros pasos. ¿El leer solamente los clásicos, cosas de calidad y realmente buenas o sofisticadas nos asegura un aprendizaje, un cambio radical en nuestra cultura o comportamiento social? o ¿Independientemente de si leemos cosas buenas o malas realmente tenemos las herramientas para llevar la lectura más allá, decir por ejemplo, que nos permitirá un análisis crítico de nuestro entorno y con ello una praxis social? 
Creo que no solamente importa el qué leemos. Sino cómo, por qué y para qué. En muchas ocasiones, a mi parecer, las personas que leen cosas malas o chatarra tienen el suficiente criterio para saber lo que están haciendo. Por otro parte ¿da derecho a las personas que saben de calidad el señalar a aquellas que no lo hacen? ¿El leer de cosas de calidad, ver sólo películas independientes, leer sólo los buenos diarios, escuchar sólo música de calidad nos hace más inteligentes, pensantes o mejores seres sociales que aquellos que no lo hacen?
Finalmente, quiero decir que no hay que caer en que lo que es malo es de calidad. Pienso que hay que ser realistas. La lectura es un gusto, un hábito para muchos, un lujo para una minoría y, también algo inalcanzable para una gran mayoría. Si se quiere ligar la lectura a una praxis social aun hay mucho por hacer. Comenzando por definir esta praxis ¿qué se quiere de la lectura? y aún más importante ¿qué quiere la lectura de nosotros?

viernes, 6 de diciembre de 2013

De por qué no lloré al ver "Heli"


Para David, quien me dijo,
"y tú que querías verla sola carilla..."



Heli
estuvo promocionada y anunciada en la cineteca durante el mes de noviembre. En todas las oportunidades que tuve de verla no aproveché ninguna. Es más, confieso que una coincidió con poder ver Gravity, preferí ésta última, por supuesto, error (pero esa es otra historia).
Recuerdo que, semanas antes de esto, mi papá me platicó que quería ver una película mexicana e independiente de Amat Escalante quien ganó en Cannes, con esta película, el premio a mejor director. Al parecer el filme estaba causando revuelo en distintos países por su alto contenido de violencia y su narración cruda. Me puse a buscar y, efectivamente, hasta los rusos se levantaron de su butaca y los pocos que se quedaron aplaudieron al término de la función, según una nota. Mi papá me dijo que, al parecer, el abuelo de Escalante fue un sastre muy prestigiado de Durango, "su padre es escritor, ambos de nombre Evodio y duranguenses". De Escalate no estaba muy seguro, a lo mejor nació en el D.F. 

Finalmente anunciaron que, a petición del público, la cineteca programaría funciones extras de Heli. Para entonces, yo ya había leído comentarios, en redes sociales, de distintas personas, conocidos y amigos acerca de la película. No avivó mi curiosidad pero, me animó a no perder la oportunidad. Sabía que la trama se basaba en la situación que se vive en México frente al narcotráfico, pero nada más, bueno eso y lo de los rusos. Además los trailers no me dejaron ninguna otra pista.

Como sea, no esperaba lo que vi durante 105 minutos. La historia básica, de una gran mayoría, Heli quien muy joven está casado y con un bebé, viviendo con su esposa, su papá y su hermana, llamada Estela, en un pueblo recóndito de sabrá dios dónde. Estela "enamorada" de Beto, quien entrena para ¿militar? ¿policía? no lo precisé en la película,  acepta casarse con él para lo cual Beto roba unos paquetes de cocaína, los que sobreviven a los actos de quema de coca y marihuana, para huir a Zacatecas. Heli descubre los paquetes. 
Con ello, conforme veía la película, pensaba, "ya va terminar, ya casi llegan a la escena del inicio, siempre es lo mismo termina dónde comienza". Estaba equivocada, la película siguió y, más adelante fue cuando quise llorar, según mi abuelita siempre he sido "tan chillona por todo", no pude. Qué ridícula, pensé, al menos no tanto como el de atrás, que no paraba de hacer un análisis en voz alta de la película con su respectiva cita. 


¿Por qué quería llorar? Porque todo era cierto. Los envases de Coca-Cola retornable que se veían en la cocina, el grado de escolaridad de Heli, la ingenuidad de Estela, las humillaciones a Beto en el entrenamiento, el tehuacanazo, la Modelo que se tomaba el padre viendo la televisión, la frustración de la esposa de Heli, la violencia cotidiana que se acompaña con caguamas y videojuegos, la estupidez de Heli, la televisión prendida durante la comida dominguera, la lujosa de toda la semana con un "Pollo feliz", la burocracia como última esperanza, los senos colgantes de una funcionaria, la desesperación, la desesperanza, la resignación, la venganza, la terapia como algo de ricos.
Por eso no lloré. Era una historia demasiado digna para salir con mis lágrimas, lo que estaba viendo es real, quizá una milésima parte, una historia así no se merece lágrimas de... ¿de qué? ¿de consolación?,  ¿de "qué feo dios mío, no puede ser"?, ¿de impotencia (sí cómo no)?
Hubo una pareja que se salió a la mitad, la ubiqué porque antes de que comenzara la función concedieron una entrevista. No hubo aplausos.
Llorar hubiera sido una grosería a ésta película magistral.




Sócrates en el siglo XXI

Por: David Valerio Miranda

En tiempos en que la educación es sinónimo de ambigüedad y es devorada por diferentes intereses reflejados en problemas como: reformas, privatización, corrupción .etc. Muestra todo un controversial contexto social donde la formación de los individuos en vez de ser un derecho se convierte en negocio, es cuando pasa a ser un simple medio que planifica una mejor productividad que atienda los estándares del capitalismo. Parece que la educación se separa de su objetivo, por ello es necesario reflexionar sobre los nuevos referentes a los que se ha conducido a ésta.
El caso de la filosofía es particularmente extraño, al ser un ejercicio humano, que podría considerarse milenario, motor del avance y desarrollo histórico de los individuos, es olvidado o tergiversado hacia otros fines. En  ciertos casos hasta se ha propuesto su desaparición de los planes de estudio (como en México hace algunos ayeres).
Pero, ¿cuál será el problema hacia el descuido y deterioro de la filosofía en México?, cuestión que excita mi curiosidad al observar la filosofía como ejercicio humano asequible a cualquier persona que experimenta la reflexión, o cómo la curiosidad del niño por descubrir el mundo, curiosidad que aún perdura en algunos que ya somos mayores, entonces ¿cómo es que hoy en día no se considera una disciplina importante?
Si la reflexión filosófica esta al alcance de cualquier agente, ¿en qué momento sucede el distanciamiento o desinterés por dicho ejercicio?, se pudiera decir que la gente hace reflexión filosófica sin darse cuenta, pero ya en el rigor académico es donde se deja ver la indiferencia hacia las humanidades en general, tal es el caso de la filosofía.
Normalmente las personas tienen sus primeros contactos con la filosofía académica, directa o indirectamente en la secundaria y bachillerato, lapsos en los que considero puede estar el problema, está suposición me lleva a preguntarme ¿cuáles serán los factores que permiten una nula relación entre la filosofía y los jóvenes?
Hipotéticamente me respondo que, quizás el método de acercar a las personas a la filosofía no es el adecuado, problema principal del presente ensayo, ¿cómo acercar e interesar a las personas por la filosofía? ¿Cómo mitigar la arrogancia y los programas diseñados con deficiencias en la enseñanza? Y por ello ¿cómo enseñarnos a pensar?
Para intentar reflexionar en torno a las preguntas anteriores, echaré mano de la filosofía clásica, pues considero que una retrospección a su estudio en cuanto al método de enseñanza puede ser una alternativa, en particular el método pedagógico de Sócrates que gracias a Platón ha llegado hasta nuestros días.
Por si se objeta que la pedagogía socrática es anticuada y no se ajusta a las circunstancias actuales (crítica que me resultaría un tanto errónea) analizaré también las propuestas del pedagogo y pensador Paulo Freire, quien al ser del siglo XX puede brindar una opinión más cercana a nuestro contexto y no ser muy lejana a la del filosofo ateniense de hace ya más de dos mil años.
En lo que sigue expongo brevemente el método pedagógico filosófico de Sócrates, así como el de Paulo Freire, para que, a partir de estos concluir una posible alternativa que ayude en el problema de enseñarnos a pensar.
I.- La Mayéutica: Pedagógica Socrática
El contrastar la antigua Grecia con un contexto mexicano actual puede ser descabellado para algunos, sin embargo, utilizaré el anacronismo con el fin de identificar las herramientas pedagógico-filosóficas de Sócrates, que aún pueden darnos mucho de qué hablar.
Sócrates se distingue por ser el maestro comprometido con la búsqueda de la virtud, la enseñanza y el exhortar a los otros a buscar la verdad, es decir, el conocimiento, su sabiduría le daba la templanza de reconocer que aún ignoraba mucho, por lo que no oponía barrera en dialogar, aprender y enseñar con cualquier persona; Pudiera decirse que, en Sócrates no había esa arrogancia del maestro sabio y un alumno ignorante al que hay que enseñar[1].  
Según el testimonio de Platón y el gran historiador de la Filosofía Diógenes Laercío[2] el interés por aprender filosofía se reflejaba en jóvenes y viejos que acudían al diálogo y enseñanza de Sócrates, tanto así que su popularidad lo hizo ver peligroso y por ello enjuiciado y condenado.
Pero, ¿cómo operaba Sócrates para hacer de la filosofía una disciplina tan atractiva?, ¿Qué necesitamos para que la filosofía se vuelva a valorar hoy en día y por tanto surja más interés? Reitero la cuestión de mi justificación en cuanto al anacronismo, pues se puede criticar que la cultura de la antigua sociedad Griega y la mexicana actual no es la misma para que se valore con interés a la filosofía.
Más considero que lo útil es el método de enseñanza, el método Socrático, en el cuál “El papel del educador reside en promover en el educando este proceso de la interiorización, gracias al cual llega a sentir la presencia de las ideas.”[3]
Entendamos el proceso de interiorización, cómo en el que el agente, intenta desde si mismo comprender y aprehender más, es decir la disposición que será producto de la exhortación del educador, no con la imposición a que descubra el mundo, sino como propuesta para que se admire y crezca su curiosidad, en cuanto llegar a las ideas, lo podemos interpretar como obtener conocimiento por medio del proceso de incitación a la capacidad de admiración, curiosidad y reflexión.  
Lo interesante en la cita anterior, es que hace una lectura de Sócrates cómo el educador que promueve, no que impone, ¿sería una estrategia para incitar al conocimiento? Que es hacer filosofía. Si los primeros contactos del agente común con la filosofía en secundaria o bachillerato, fueron aburridos o no fecundaron interés en los alumnos, es posible que se deba al patrón en el que, el educador no emitió una buena comunicación.
Considero que para estudiar filosofía hay que mostrar eficiente comunicación, claridad y coherencia para quitar prejuicios de complejidad y extravagancia, si el educador pone la barrera de la arrogancia y la educación vertical, en la que vería al alumno por debajo no hay una eficiente comunicación y, por tanto, educación.
Sí el educador no disfruta de ayudar y aprender a pensar como acto educativo, es posible que tampoco sea una exitosa estrategia, porque la convicción para realizar tan comprometida labor como la educativa, debe ser agradable para el educador, de está amanera y desde una posición horizontal brindar confianza al alumno para que se abra al diálogo y germine en él la semilla de la búsqueda de la sabiduría.
Sócrates sería un ejemplo al no poner barreras entre alumno –maestro, pues según platón en el famoso diálogo El Teetetes  éste muestra su disposición y disfrute por la educación, al ponerse en posición de ayudar a dar a luz al conocimiento, de igual a igual: “Sócrates-Experimentas los dolores de parto mi querido teetetes, porque tu alma no está vacía, sino preñada. Teetetes-Yo no lo sé, Sócrates, y sólo puedo decir lo que en mi pasa. Sócrates-Pues bien, (…) ¿no has oído decir que soy hijo de Fenarete, partera muy hábil y de mucha nombradía? Teetetes- Sí, lo he oído. Sócrates- ¿Y no has oído también que yo ejerzo la misma profesión?”[4]  
En la cita anterior de Platón Sócrates se muestra accesible a darle confianza al alumno, pues le dice que experimente dolores de parto, es decir, que no tema a equivocarse, que es normal, así mismo le hace saber que él lo ayudar cómo una partera, y he aquí la mayéutica socrática, en una comunicación más directa donde por medio de preguntas y respuestas se estimulará al alumno a que él mismo descubra y obtenga conocimiento.
Una vez que el hombre quería aprehender y buscar la verdad, “Sócrates estaba dispuesto a acompañarlos hasta alcanzarla, y para él toda la filosofía se resumía en esa idea de la “búsqueda común”[5]
Acompañándolos y buscando el conocimiento en común, Sócrates propagaba la filosofía entre sus alumnos que, más que alumnos o discípulos había una comunicación como de amigos, en la cual no parecía haber un ambiente de competencias, Sócrates y su método poseían gran popularidad entre los jóvenes y ciudadanos en general.
Seguramente se puede hacer una investigación más profunda sobre el método de enseñanza en dicho filósofo, por el momento creo que con la breve reconstrucción anterior es necesario para contextualizar la idea principal de este ensayo. Enseguida realizo una  exposición de la pedagogía de Paulo Freire.
II.- La propuesta  pedagógica de Paulo Freire
En las siguientes líneas, expondré sólo algunas ideas tomadas del libro: Pedagogía del oprimido que considero pueden brindar un panorama en general de la propuesta pedagógica de Freire, el autor Brasileño consideraba que el método educativo en general era deficiente en América latina, esto en el siglo XX, realidad no muy lejana al presente siglo.
En México el sistema educativo es erróneo pues se siguen anticuados métodos, en donde: “El educador aparece como agente indiscutible, como sus sujeto real, cuya tarea indeclinable es “llenar” a los educados con los contenidos de su narración, contenidos que sólo son retazos de la realidad desvinculados de la totalidad en que se engendran”[6]    
Irónicamente la filosofía tampoco escapa a estos vicios seudo-educativos, en secundarias, bachilleratos y es posible que aún en la universidad. Si en los primeros contactos con la filosofía se da esta arrogancia de los educadores o hay mala comunicación puede ser una causa de decepción y por tanto nulo interés y hasta deserción en quienes intentaban ya profundizar.
En la educación filosófica actitudes pedantes y arrogantes de los profesores así como sistemas (por competencias) no adecuados para la disciplina hace una contradicción para lo que Freire diría: “La educación debe comenzar por la superación de la contradicción educador-educando. Debe fundarse en la conciliación de sus polos, de tal manera que ambos se hagan, simultáneamente, educadores y educados”[7]  
 La cita anterior puede ser una excelente síntesis de la propuesta pedagógica de Freire en su obra antes mencionada, que por cuestiones de formato no podre profundizar, a pesar la distancia temporal observo un acercamiento, a la pedagogía de Sócrates en cuanto a la estrecha relación maestro alumno. Ahora doy paso a la provisional conclusión.
III.- Para concluir
Después de analizar el método de Sócrates para invitar al estudio de la filosofía, así como la demanda de Freire hacia la deficiente pedagogía del siglo XX, es posible que el método pedagógico siga siendo el problema.
Pero no sólo los docentes y sus métodos pueden ser los culpables de todo, también los programas que no son adecuados para algunas disciplinas, por ejemplo el sistema por competencias y la confusión que existe entre competencia y eficiencia, cuestión que por el momento no abordaré.
El sistema educativo por competencias impulsado por políticas capitalistas que, en el fondo promueve una mayor productividad económica, no es adecuado para las humanidades ni para enseñanza de la filosofía, pues la filosofía debe alimentar la virtud, y el conocimiento cuando dicho sistema provoca discordias y desunión entre colegas y compañeros, consecuencia de criterios que a veces pueden ser injustos e inexactos. Si la filosofía la seguimos presentado como aquella materia aburrida[8] de locos, extravagante donde la barrera de la arrogancia y verticalidad del maestro son sus características, dífilamente la defendernos. Considero que para defender y enseñar la filosofía debemos aprender a hacerla atractiva, cercana a cualquier persona y a la realidad, y así cuando rescatemos el valor e interés por la filosofía podremos proponer hasta estimular a los niños a su estudio de acuerdo a sus capacidades. Requerimos humildad intelectual para bajar a la filosofía a la tierra, a la gente común y así juntos enseñarnos a pensar. 
Bibliografía 
Freire Paulo, Pedagogía del oprimido, siglo XXI editores, México 2002
Laercio Diógenes, Vidas de los Filósofos Más Ilustres, Vidas de Los Sofistas, (Traducciones y prólogos por: José Ortiz y Sanz y José M. Riaño), Porrúa, México 2003
Platón, Diálogos, Porrúa, México 2012. 
W.K.C. Guthrie, Los filósofos Griegos, Breviarios FCE, Traducción: Florentino M. Torner, México 1970.



[1] Confrontar: Apología de Sócrates en Platón, Diálogos, Porrúa, México 2012.
[2] Confrontar: Sócrates, en Laercio Diógenes, Vidas de los Filósofos Más Ilustres, Vidas de Los Sofistas, (Traducciones y prólogos por: José Ortiz y Sanz y José M. Riaño), Porrúa, México 2003, pp. 49-59.
[3] Larroyo Francisco en Estudio Preliminar a Platón Diálogos, Porrúa, México 2012. pp. XXV.
[4]Platón, Teetetes o de la Ciencia en Diálogos, Porrúa, México 2012. Pp.422.
[5] W.K.C. Guthrie, Los filósofos Griegos, Breviarios FCE, Traducción: Florentino M. Torner, México 1970. pp 78.
[6] Freire Paulo, Pedagogía del oprimido, siglo XXI editores, México 2002, pp. 77.
[7] Ibidem., pp. 79.
[8] Aquí sería necesario mencionar que en México un vicio muy recurrente es que, quien da la cátedra de filosofía en los bachilleratos y diferentes instituciones, la imparte una persona de cualquier profesión menos especialistas de la filosofía por lo que, la comunicación puede ser deficiente o aburrida al no trasmitirse adecuadamente por un especialista, sin afán de discriminar.